A lo largo de la historia, la guitarra y el flamenco han formado una pareja inseparable. Una fascinante historia llena de transformaciones e influencias culturales, en la que la guitarra ha sabido reinventarse y adaptarse a cada época sin perder su esencia. Desde la cítara griega hasta los cafés cantantes del siglo XIX, pasando por las barberías del pueblo y los grandes escenarios del mundo.
Pero ¿cómo llegó la guitarra a formar parte del alma del flamenco? ¿Qué secretos esconde? A continuación, te invitamos a disfrutar de un apasionante recorrido por la historia de la guitarra en el flamenco, desde sus humildes inicios hasta convertirse en el elemento más reconocible de este género.
¿Qué función cumplen en el flamenco las guitarras?
En el flamenco, la guitarra no es solo un instrumento de acompañamiento, sino uno de los elementos protagonistas. Sin embargo, no siempre fue así, ya que, en los orígenes del flamenco, no existía ningún tipo de acompañamiento musical.
Con el paso del tiempo, la guitarra fue incorporándose al cante, primero como mero soporte rítmico y melódico, pero poco a poco ganando terreno hasta convertirse en una pieza clave del rompecabezas flamenco. Hoy en día, cumple tres funciones fundamentales: acompaña el cante, sustenta el baile y brilla como instrumento solista.
En un tablao flamenco, es ella la que marca el compás, la que da entrada y salida a los cantes, la que refuerza los silencios y los despliegues del bailaor. Y, por supuesto, también tiene sus momentos de lucimiento en los solos.
Origen de la guitarra de flamenco
La guitarra flamenca tiene raíces mucho más antiguas de lo que podríamos imaginar. Su historia se remonta a instrumentos milenarios como la cítara griega, la crotta romana y la vihuela medieval.
Sin embargo, la verdadera transformación comienza con la introducción en la península ibérica de un tipo de laúd árabe de mástil largo durante la dominación musulmana, que se encontró con la vihuela, instrumento que ya tocaban los juglares medievales y que tenía claras influencias grecorromanas. La fusión entre estos dos instrumentos daría lugar posteriormente al desarrollo de la guitarra española.
A finales del siglo XVI, todavía contaba solo con cuatro cuerdas y era conocido como “guitarra española”. Fue entonces cuando Vicente Espinel añadió la quinta cuerda, conocida como la “prima”. Más adelante, en el siglo XVIII, el padre Basilio introdujo la sexta cuerda —el bordón— completando el diseño que conocemos hoy.
Un híbrido entre instrumentos árabes y europeos, cuya evolución sería moldeada por juglares, monjes, nobles y gitanos.
Evolución de la guitarra en el flamenco
Durante mucho tiempo, la guitarra fue vista como un instrumento del pueblo, casi marginal, especialmente por su presencia habitual en barberías y tabernas. Sin embargo, esta visión cambiaría drásticamente en el siglo XIX con la apertura de los cafés cantantes. Allí, el cante, el baile y la guitarra se unieron en un formato escénico que daría origen a lo que hoy conocemos como flamenco.
Fue Ramón Montoya quien dio el primer gran paso para dignificar la guitarra flamenca. Tocó por primera vez como solista, desarrollando nuevas técnicas y composiciones que influirían en varias generaciones. De esta forma, el toque flamenco dejaría de ser un mero acompañamiento y pasaría a convertirse en una forma artística por sí misma.
A lo largo de las siguientes décadas, guitarristas como Niño Ricardo, Sabicas o Paco de Lucía llevaron la guitarra flamenca a nuevas cotas de virtuosismo y popularidad. Con ellos, el instrumento fue enriqueciéndose gracias a complejas armonías, escalas importadas del jazz o la música latina.
A día de hoy, guitarristas como Vicente Amigo, Tomatito o Antonio Rey siguen experimentando y ampliando el lenguaje de la guitarra flamenca.
La guitarra en el flamenco actual
La guitarra flamenca moderna ha sabido combinar la herencia de los grandes maestros con nuevos estilos, sin perder el alma del género. De hecho, actualmente, podemos ver guitarras flamencas en escenarios de todo el mundo, desde el Teatro Real de Madrid hasta el Carnegie Hall de Nueva York. Conquistando incluso a los fans del jazz, el world music e incluso el rock.
Incluso se encuentra presente en otros géneros contemporáneos. Basta escuchar algunas composiciones de Rosalía, Jorge Pardo o Dorantes para darse cuenta de que la guitarra flamenca sigue marcando tendencia.
Además, las guitarras flamencas se han adaptado también al formato digital. Existen decenas de cursos online, partituras en cifras, tutoriales en vídeo y aplicaciones que permiten aprender desde casa.
Curiosidades de la guitarra de flamenco
- ¿Sabías que las guitarras de flamenco suelen ser más ligeras y delgadas que las guitarras clásicas? Esto se debe a la necesidad de lograr un sonido más vibrante, seco y percutivo, perfecto para acompañar el cante y el baile flamenco. Por eso, suelen fabricarse con maderas como el ciprés o el abeto. Aunque también existen guitarras flamencas negras, hechas con palosanto, especialmente diseñadas para solistas.
- Otra curiosidad que suele pasar desapercibida es el uso del golpeador: una lámina plástica que se coloca sobre la tapa de la guitarra para protegerla de los golpes de los dedos. Pero además, se convierte en un recurso expresivo más, al igual que el rasgueado, el alzapúa o el tremolo.
- Y si hablamos de técnica, ¿sabías que algunos guitarristas entrenan durante horas solo para perfeccionar un picado limpio y veloz? Ese sonido electrizante que nos hace vibrar en un tablao o en un disco es fruto de años de práctica.
Ven a disfrutar de un espectáculo flamenco en Sala Temple
Así pues, la guitarra flamenca se ha convertido en una extensión del alma del flamenco. Un patrimonio vivo que sigue inspirando y emocionando a las nuevas generaciones. Ahora que ya conoces su historia, ¿te animas a descubrirla en directo? Para ello, no hay mejor lugar que la Sala Temple, un espacio donde el flamenco cobra vida cada noche en el corazón de la ciudad.
En Sala Temple la guitarra flamenca se convierte en magia. Pero además, sentirás el zapateado en el pecho, verás el duende en los ojos del cantaor y vibrarás con la energía de los bailaores.
¿Te imaginas escuchar una soleá mientras disfrutas de un buen vino andaluz? No te lo imagines más, ¡ven a vivirlo!